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"Mi trabajo son tus derechos"

«Juan Carlos, jura que no lo has hecho a propósito»

MADRID-. El último libro de la periodista y adalid del Opus Dei Pilar Urbano, relata la muerte de Alfonso, el hermano del rey español. Juan Carlos, tres meses después de cumplir los 18 años, mató a su hermano Alfonso (de 14) en Estoril. El rey español le disparó a bocajarro con un revólver. La bala entró por la nariz. Urbano explica que fue un juego, que «Juanito» no sabía que la pistola estaba cargada. Poco después, el padre del rey se cruzó con Juan Carlos en los pasillos, donde le espetó una pregunta en la que, como Urbano, coinciden la mayor parte de sus biógrafos: «Júrame que no lo has hecho a propósito».
Fuentes de la Casa Real habían dejado caer la semana anterior que si Juan Carlos de Borbón no había acudido a visitar a su nieto mayor, Froilán, herido también de bala, era porque le recordaba aquel trágico accidente. Pero el motivo resultó ser otro muy diferente. Una caída a las dos de la madrugada en las escaleras bungalow de una de las reservas de elefantes más importantes del mundo ha revelado que estaba lejos, en Bostwana, y que casi nadie lo sabía. Los principales medios españoles e internacionales cargan contra un safari real demasiado costoso para un momento de crisis como el actual y -con más tino- exigen a la Casa Real que explique quién le paga semejantes caprichos.
Paradójicamente, la posibilidad de que el safari no se hubiera pagado con fondos públicos aumenta la gravedad de los hechos. Se trataría de un regalo, como los trajes de Francisco Camps, y un presunto caso de cohecho impropio. No obstante, jamás se sabrá. La arquitectura del Estado español se construye desde el cimiento de la Corona, que, según la Constitución, es la autoridad máxima y que nadie puede juzgar. Su carné de diplomático le exime de responder ante un tribunal extranjero. Por otro lado, el diario «El Mundo» ubicó en Botswuana al rey en dos ocasiones más, 2005 y 2006. La foto de Juan Carlos con los cadáveres de dos búfalos y un elefante corresponderían a esas visitas.
Dejando de lado que el elefante africano está en peligro de extinción y que la asociación en defensa de los animales WWF-Adena parece que se está planteando si les conviene tener al rey como presidente de honor, el tropezón pilló en un brete al gabinete de prensa de la Casa Real. El efecto dominó llegó también a la reina consorte, Sofía, que se encontraba en su Grecia natal y que, según el protocolo, tardó algo más de lo debido en visitar a su marido. Esto entronca con la aparición de la biografía de la monarca «La soledad de la reina», que bate récords de ventas y en la que se asegura que Juan Carlos y ella dejaron de ser pareja «marital» hace treinta años, entre otros motivos por las infidelidades del rey. El exdirector de «ABC» Javier Zarzalejos ha dado un paso más allá y ha apuntado en internet que Corinna zu Sayn-Wittgenstein sería su amiga especial. La visita de la reina a la clínica donde se recupera su marido duró 26 minutos.
La mayor crisis de la monarquía
Temerosa de que el caso se fuera de las manos, aunque con muchos titubeos, Moncloa aseguró que ser conocedora del viaje a África del monarca. De esta forma, la irresponsabilidad del rey no sería tan grave, puesto que al menos comunicó sus intenciones y al menos Mariano Rajoy le habría respaldado, aunque solo fuera negándose a impedirle la aventura. Por otro lado, cabe remarcar que las críticas por la anterior cacería polémica del Rey, cuando abatió en Rusia al oso Mitrofán (presuntamente emborrachado), se tuvieron que apagar por la vía punitiva, denunciando a medios de comunicación.
Desde el affaire Mitrofán hasta hoy, se han producido dos cambios claves en el análisis del papel del monarca elegido a dedo por Francisco Franco. Por un lado, las excentricidades de un multimillonario son más difíciles de entender en medio de la peor crisis económica desde el 1929. Por el otro, las investigaciones sobre el yerno del rey Iñaki Urdangarín han provocado un cuestionamiento de la institución monárquica en sí, que se ha extendido más allá de los sectores republicanos del Estado. Algnos juristas censuran la decisión del juez de no llamar a declarar a la infanta Cristina por estos hechos.
La Casa Real intenta acallar el trompazo en Bostwana asegurando que se trató de un asunto privado. Pero la crisis se les ha ido ya de las manos y se ha abierto el debate sobre la línea difusa que distingue el papel privado del rey y su papel institucional, e incluso sobre la propia monarquía. Solo los primeros espadas de PP y PSOE hicieron una defensa cerrada del monarca. El rol del rey se ha venido justificado con el argumento que su prestigio resultaba ventajoso en el plano de la política exterior. Por ello, su caída en el descrédito llega en el peor momento, con la deuda exterior en cotas críticas y la crisis abierta entre Argentina y Repsol por YPF.
La concatenación de escándalos han minado este supuesto prestigio del rey, que se ha convertido en la diana de noticias y editoriales de medios internacionales. La contestación en el plano interno se ha personificado en políticos de peso, como el presidente del PSOE madrileño, Tomás Gómez que le instó a abdicar si no se toma en serio su papel. En parecidos términos se pronunció el creador de opinión Iñaki Gabilondo. Patxi López considera oportuno que el rey «pida disculpas». Santiago Cervera, diputado navarro por el PP, califica de «salvajada» la cacería y asegura que «la ejemplaridad» de la realeza española es cosa pasada.
Por el momento, Felipe de Borbón ha cogido la batuta, pero es temporal. Froilán, heredero al trono de no seguir vigente la Ley Sálica, recibió ayer el alta. Los médicos han dicho que el rey se recuperará, físicamente. Y el despropósito es tal que los monárquicos españoles deben estar tentados de pedirle otra vez: «Juan Carlos, jura que no lo has hecho a propósito».

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