El 2 de abril es una fecha dolorida para los argentinos.  El día en que recordamos a los caídos en combate intentando recuperar  nuestras islas usurpadas. En nuestra memoria se apiñan los pibes sacrificados; la actitud criminal de la dictadura cívico/militar asesina, soberbia  y decadente que no vaciló en usarlos buscando algún rédito que los sacara del lado oprobioso de la historia Nacional en el que venían naufragando hacía rato;  y el rechazo  histórico de nuestro pueblo a la piratería británica que en 1833 había buscado   una base–llave en el Atlántico Sur, después de haber sido garroteada en 1806/ 7por el pueblo que les impidió quedarse con todo. Pero, en mi caso, afloran otros recuerdos lejos del dolor y la indignación. El 2 de abril se cumple también el 23 aniversario de aquel otro 2 de abril en que CTERA instaló, en plena plaza de Los Dos Congresos, la histórica Carpa Blanca resistiendo el neoliberalismo privatista en las aulas, dirigido a desbaratar un sistema que ya venía muy golpeado por las dictaduras.

Por Marta Maffei (*)

El nuevo modelo diseñado desde el Banco Mundial, excluyendo  todo debate de los protagonistas, se circunscribía al recorte presupuestario y  a la total transferencia  del sistema sin fondos a las jurisdicciones locales. Todo confluyendo a reforzar la desigualdad educativa como factor privilegiado de la desintegración social, promovida por la Ley Federal de Educación. Había que desbaratar la larga trayectoria nacional de una educación pública, igual, obligatoria y gratuita,  concebida como agente integrador.

El menemismo esgrimía  la transferencia como un proceso democratizador pero se limitaba a  recortar crecientemente la  inversión. Nunca llegábamos al 3% del PBI

La crisis educativa no tenía precedentes, se ampliaba la obligatoriedad del sistema sobre el recorte salarial a los docentes, mientras alcanzábamos cifras récord de abandono, repitencia y fracaso. Había provincias que debían hasta 3 años de salarios. Los paros, marchas y movilizaciones no tenían  respuesta y eran señalados como cómplices del fracaso. Mientras los medios de comunicación nos ignoraban,  las fuerzas de “seguridad” nos reprimían.

En estas condiciones CTERA buscó una estrategia que permitiera visibilizar la gravedad del problema y sostener una lucha prolongada sin quebrar el apoyo de la comunidad. La Carpa Blanca fue el espacio del ayuno que denunció,  que visibilizó las inmensas dificultades que procurábamos contener desde las escuelas,  que desnudó el relato oficial, y los pasos acelerados hacia la destrucción educativa.

Ayunamos, denunciamos, visibilizamos en medio del creciente apoyo y solidaridad de millones de ciudadanos.

Todo fue construido sobre la verdad, el respeto y la firmeza inquebrantable de los compañeros que ayunaban, los que los asistían,  los que nos visitaban, nos traían su solidaridad, su canto, su cariño, su compromiso…

Y ganamos, construimos una inmensa alianza social que rescató la educación pública del fondo sin retorno de los dictados del neoliberalismo privatizador

Hoy la educación pública es una herramienta que deberá concurrir a repensar las alternativas, a construir los otros paradigmas y las resiliencias que nos ayuden a enfrentar la inédita crisis sistémica de precarización de nuestras vidas azotadas por la pandemia socioambiental devenida de un antropocentrismo ciego en el que afloran los virus y calamidades que nos golpean a todos pero se ensañan, como siempre, con los más pobres, los más débiles, los más vulnerables.

Queremos que la educación pública, rescatada de las fauces del neoliberalismo, tenga en los nuevos tiempos un protagonismo a la altura de las necesidades de nuestro pueblo. Un pueblo que cada día comprende mejor porque peleamos por la educación y por la salud públicas.

*Docente. Ex Secretaria General de CTERA. Ex Secretaria Adjunta de la CTA. Diputada Nacional (MC). Dirigente Nacional de Unidad Popular (UP)