Desde hace unos meses, el IDEP insiste en la promoción de este espacio como generador de propuestas para la Salud Pública argentina, alimentadas de la formación de los médicos egresados de la ELAM y su experiencia desarrollada en distintas misiones latinoamericanas. Muchos de ellos viajaron a Cuba promovidos por diferentes organizaciones, entre ellas ATE. Los médicos presentes fueron Margarita Méndez, Julia Córdoba, Ailén Fuentes, Carla Ojeda, Laura Delpech, Facundo Ruiz, Amanda Mora y Lucía Coronel.
La salud pública en la Argentina tuvo su mejor desarrollo en el modelo de los 40 y 50, cuando las obras sociales se ocupaban casi en exclusividad de la recreación de los trabajadores, porque el resto lo hacía el Estado. Ese apogeo ubicó al sector de la Salud como uno de los más representativos entre los trabajadores del Estado y en nuestro sindicato. Con la recuperación del gremio en el 84, hubo intentos diversos para su organización dentro y fuera del gremio, pero fue complicado por las condiciones económicas y políticas que empezaban a imperar neoliberalismo mediante, introdujo Héctor Méndez.
A su turno, Julio Fuentes dijo haberse derrotado, en parte, al modelo de Salud de los 90, cuyo eje era la autogestión hospitalaria, absolutamente descentralizada del Estado nacional. Lo que no se evitó, reconoció, es la ejecución estructural de un sistema que carece de accesibilidad plena y prestaciones de calidad.
Hay que tener en cuenta, que esta lucha la iniciamos en los 90 con un millón 100 mil trabajadores estatales nacionales y la continuamos hoy con sólo 340 mil. Vean ustedes cómo el neoliberalismo achicó el Estado y, por supuesto, el número de sus trabajadores. Para profundizar entonces nuestra lucha en la opinión pública debemos tener más trabajadores, más organización, pero también más propuestas. Por ello, de algún modo, recurrimos a ustedes y su experiencia, afirmó Fuentes.
El director del IDEP, Horacio Fernández, precisó que en la Argentina conviven aparentemente tres sistemas de salud: el público, el privado y el de las obras sociales. Pero en realidad, aseguró, hay muchos más en cada una de las provincias y los municipios.
Antes, tener trabajo te garantizaba salir de la pobreza, pero hoy ya no es así, porque con un salario promedio de $3500 y una canasta familiar de $7000 poco se puede hacer, y obviamente esto impacta en la inversión en salud que realiza cada trabajador. En definitiva, no vamos a tener un sistema serio mientras tengamos una sociedad a la que no se le garantice cubrir sus necesidades básicas, sostuvo.
Godoy, por su lado, explicó las urgencias alrededor de un nuevo sistema. Por ejemplo, en materia epidemiológica, ya no sólo coexisten las consecuencias de la pobreza, sino también las del uso de agro tóxicos, el monocultivo y la contaminación del agua.
Hacia el final, Julio Fuentes comentó que la lucha que emprendemos tiene un doble sentido: por un lado el reivindicativo, y por el otro el político. A los trabajadores no nos alcanza sólo con tener mejores ingresos en nuestros salarios, sino que también bregamos por un nuevo modelo de Estado para otro proyecto de país. ¿Para quién trabajamos, si no? ¿Para las transnacionales o para el pueblo? Necesitamos construir una propuesta desde los trabajadores. Y este debate también se traslada al campo de la salud: no queremos que nuestros hijos se formen sólo para trabajar en laboratorios, sino que también metan las patas en el barro de la realidad.
PRENSA ATE / 08-04-13