57 aniversario

"Mi trabajo son tus derechos"

Muerto el TPP, ¡viva la liberalización!

Uno de los ejes fundamentales de la campaña de Donald Trump
fue la crítica acérrima a los Tratados de Libre Comercio (TLC) que firmó EEUU
en los últimos veinte años, incluido el que firmó con México y Canadá en 1994
(NAFTA por su sigla en inglés). Trump y su equipo identificaron en los TLC al
mismísimo diablo, por haber sido los causantes de la pérdida de empleos en el
país. De acuerdo con datos oficiales de Washington, entre 1997 y 2013, EEUU
perdió 5,4 millones de empleos manufactureros, a la vez que cerraron cerca de
82.000 fábricas. Efectivamente, los TLC avalaron jurídicamente los derechos de
las empresas norteamericanas en el exterior. En su forma de Inversión
Extranjera Directa, esas empresas fueron protagonistas de la relocalización
productiva hacia el sudeste asiático y hacia China, huyendo del caro trabajo
norteamericano. Para qué quedarse en casa, si afuera es tan atractivo para la
ganancia.

 

El énfasis puesto por la campaña de Trump en contra de los
TLC apunta directamente contra una de las consecuencias más violentas del modo
de acumulación capitalista basada en la libre circulación de los capitales: esa
gran porción de la población que sobra, aquellos que no se adaptan o insertan
en esta lógica. El desempleo creciente en EEUU, no resuelto por las políticas
librecambistas de los gobiernos demócratas, fue uno de los factores
explicativos de la victoria de Trump.


En ese sentido, uno de los principales puntos de la
discordia con el gobierno de Obama es el Tratado Transpacífico (TPP). Obama
tomó este tratado como uno de los caballos de batalla de su gobierno, un legado
que él quería dejar a EEUU en su puja comercial global con China. Sin embargo,
tanto desde el seno del Partido Demócrata con la candidatura de Bernie Sanders,
como desde el Republicano se apuntó ferozmente en contra de este tratado. Hoy,
pocos días después de las elecciones, todo indica que Obama no podrá forzar la
ratificación del TPP en el período de transición hasta enero, y que el proyecto
será abandonado por la administración Trump.

 

Entonces, ganó Trump, ¿murió el TPP? Desde las
organizaciones sociales del continente no podemos darnos el lujo de repetir los
slogans periodísticos que dan por finiquitado este proyecto por el sólo hecho
de haber ganado Trump las elecciones. Incluso, nos atrevemos aquí a decir que
el TPP no ha muerto, aún si el mismo Trump así lo anuncia. Parece que estamos
desafiando la realidad, y sin embargo, la realidad apoya nuestra hipótesis.
Veamos por qué.

 

Un primer argumento se basa en la experiencia acumulada de
los últimos diez años. Cuando fracasó el ALCA, se frenó un proyecto de
liberalización comercial que incluía a 34 países del continente. Nada más, ni
nada menos. El fin de ese proyecto no implicó el fin del libre comercio. Por el
contrario, rápidamente proliferaron diversos “alquitas” bilaterales de EEUU con
países americanos como Chile, Perú, Colombia, y varios países centroamericanos
y caribeños (acuerdo conocido como DR-CAFTA). Esta experiencia reciente nos
señala que el fracaso de un acuerdo no implica su deceso como proyecto para
garantizar la acumulación capitalista. Mientras tanto, proyectos de
liberalización similares al ALCA proliferaron con otros jugadores globales como
la Unión Europea, China, Corea del Sur, Japón, Singapur, entre otros. Que el
ALCA fracasara no implicó el fin del proyecto librecambista global.

 

En segundo lugar, cabe aclarar, ¿qué implica el TPP? Con
respecto al ALCA, el TPP significaba un avance sustancial de los derechos de
las corporaciones, que se ven plasmados en los diversos capítulos,
especialmente en el de Propiedad Intelectual, Servicios, Servicios Financieros,
Inversiones, Telecomunicaciones y Compras Gubernamentales. El texto del TPP
muestra estar directamente influenciado por el lobby de las grandes empresas
norteamericanas que tuvieron un rol privilegiado en la negociación del acuerdo.
De hecho, el TPP otorga mayores derechos de propiedad a las grandes
farmacéuticas, a los estudios cinematográficos de Hollywood, a las empresas de
servicios informáticos y el Silicon Valley, a las de correo postal, a las
aeronáuticas, a las financieras, etc. Las grandes empresas de estos sectores
son un eje fundamental de la “burguesía” norteamericana, mismo si muchas de
ellas fabrican sus productos en el exterior. Sin embargo, facturan impuestos en
EEUU. Es poco probable que estas grandes empresas se olviden rápidamente de los
derechos adquiridos en el TPP, esos que Obama firmó junto con otros 11
presidentes. Si no lo logran vía TPP, será mediante otra vía.

 

Efectivamente, el TPP se ha consolidado como el “nuevo
modelo” de tratado comercial, sentando el piso desde el cual se negocia. Así
como la OMC hace veinte años sentaba los pisos mínimos de negociación, y
establecía el principio de no-retroceso (una vez liberalizado, no hay vuelta
atrás), el TPP se consolida como un nuevo piso. Este tipo de tratados establece
la base desde la cual se empieza a conversar, pero nunca fija el techo. Y en
ese sentido, la base de negociación que propone el TPP es muy alta.

 

Un tercer elemento que apoya nuestra hipótesis es que,
frente al anuncio de Trump de que se abandonaría el TPP, China acaba de
anunciar que redoblará los esfuerzos por cerrar su propio acuerdo
mega-regional, también en el Pacífico: la Asociación Económica Regional
Integral (RCEP, por su sigla en inglés). Este acuerdo, que competía
directamente con el TPP, pasará a ser el acuerdo negociado más grande en
términos de cantidad de países y tamaño de mercados incluidos. Comprende el eje
China-India (los países más poderosos del bloque BRICS), además de los miembros
de la Asociación Económica Asia-Pacífico (APEC) Corea del Sur, Japón y Oceanía.
Esencialmente, se trata de los países que han sido los grandes receptores de
Inversión Extranjera Directa en los últimos treinta años, es decir, hacia donde
han relocalizado gran parte de su producción las empresas norteamericanas y
europeas. El RCEP implica cláusulas contractuales similares al TPP, incluyendo
un capítulo de inversiones con mecanismo de solución de controversias
inversor-Estado, derechos de propiedad intelectual del tipo TRIPS-Plus
(impulsadas fuertemente por Japón), alta liberalización en el sector servicios,
etc. Esto significa que, aun si se abandona el TPP, la liberalización comercial
en la zona Pacífico continúa avanzando a pasos agigantados.

 

Por último, el abandono del proyecto TPP no implica que EEUU
no avance con otros tratados que se encuentran actualmente en negociación, como
el TISA (Trade in Services Agreement). Este acuerdo es un GATS-Plus (en referencia
al acuerdo de servicios de la Organización Mundial de Comercio) ya que avanza
en la liberalización de nuevos sectores que no habían tenido consenso en el
ámbito multilateral, y viene siendo negociado tras bambalinas por más de 50
países. El conglomerado de las empresas de servicios norteamericanas tiene un
especial interés en este tratado, ya que garantiza su acceso a nuevos países, a
la vez que, al igual que el TPP, establecería un nuevo piso de negociaciones en
servicios. ¿Qué diferencia al TISA del TPP tras la elección de Trump? Como
dijimos, Trump puso el dedo sobre la pérdida de empleos manufactureros en el
territorio norteamericano; pero si las empresas de servicios de la misma
bandera acaparan mercados en el exterior, en su competencia con las europeas,
eso beneficia a EEUU en términos de acceso a mercados e incluso de recaudación
impositiva. Desde la óptica de Trump, el problema es el TPP, no el TISA.
Entonces, aunque el TPP quede estancado, el TISA seguramente continuará en
negociación.  

 

En definitiva, lo fundamental del tratado seguirá intacto y
activo, por más de que el texto mismo del TPP quede sepultado. La presión
corporativa para convertir al mundo en una enorme factoría global y
garantizarse ganancias superlativas en cualquier circunstancia es la esencia
que sustancia y mueve las letras del TPP. Ese proyecto está lejos de estar
muerto y Trump está lejos de ser uno de sus principales combatientes. La
batalla contra el TPP no terminó, sólo cambió de forma.

(*) Miembros de ATTAC Argentina y de la Asamblea Argentina mejor
sin TLC. 


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