El 4 de Agosto, Tucapel Jiménez Alfaro, dirigente histórico de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales de Chile y fundador de la CLATE, hubiese cumplido los 100 años. Un hombre que dio la vida por los trabajadores y resistió a los momentos mas oscuros de la historia chilena. Desde la Confederación, compartimos la carta escrita por su hijo, Tucapel Jiménez Fuentes.
Querido Papá,
Hoy 4 de agosto, es tu centenario, al igual que mi madre, este año habrías cumplido 100 años. Vienes de una familia longeva, todos tus hermanos/as han vivido más de 95 años, incluso algunas más de 100. Llevabas una vida saludable, te cuidabas, caminabas desde casa a tu querida ANEF, los domingos subías el cerro San Cristóbal, no fumabas y no bebías alcohol. Por lo mismo, con todos esos antecedentes a la vista y sin tener una bola de cristal para saberlo, puedo pensar que aún podrías estar con nosotros, claro, si no hubiese sido por una dictadura criminal que decidió arrebatarte la vida de manera brutal.
Éramos todos muy jóvenes cuando partiste y me has hecho mucha falta a lo largo de la vida. Extraño tu presencia. Extraño hablar contigo de nuestro querido Colo Colo, conversar del momento que vive nuestro país. Me hubiese encantado que conocieras la familia que formé con Sofia, mis hijos, al igual que todos tus nietos/as, y aunque la mayoría no alcanzó a conocerte, te llevan en su corazón y se sienten tremendamente orgullosos y honrados de llevar tu sangre, algunos incluso tienen tatuado tu nombre y tu cara como muestra del inmenso amor y orgullo que tienen de ser tus nietos/as.
Querido padre, como todos los días de mi vida, te recuerdo con el amor de siempre, no ha sido fácil llevar tu nombre, la responsabilidad ha sido gigantesca, pero he tratado de hacerlo con mucho orgullo, responsabilidad y respeto. Hay personas que me dicen que no te llego ni a los talones -pensando que me insultan-, no saben que soy el primero en reconocerlo, porque eras único, y seguramente la mayoría no te llega ni a los talones. Por lo tanto, para mi es un orgullo que me lo digan. Puede haber personas que nos cuestionen desconociendo el dolor que nos ha tocado vivir, pero estoy seguro de que ninguno de ellos estaría dispuesto a intercambiar esa parte terrible de nuestra vida.

Quizás muchos ya te han olvidado o no conocen tu historia, tu valentía, tu convicción y compromiso con la democracia y la libertad de nuestro querido país, incluso algunos se dan el lujo de criticar a quienes, como tú, entregaron su vida por la libertad y democracia. Lo más probable es que desconozcan que nos dejaste una grabación de despedida, sabiendo, después de tanta amenaza y hostigamiento a tu persona, que existan altísimas posibilidades que te asesinaran. Aun así, optaste por seguir. No son muchos los que, en esas circunstancias, hubiesen tomado esa valiente decisión, ya que era más fácil salir del país, pero tu valentía y convicción te hizo seguir. Me tomó muchos años entender esa decisión, ¿Por qué no seguir junto a nosotros? ¿Por qué no conocer a tus nietos y nietas? Por ejemplo.
Hoy, no sólo lo entiendo, sino que me siento orgulloso de ello y si la historia se tuviera que repetir, desearía que fuese nuevamente a tu manera.
Querido papá, a pesar de los años, te seguimos -y seguiremos- extrañando, muchos dicen que tenemos que dar vuelta la página, que nos quedamos pegados en el pasado, que somos vengativos por el hecho de buscar Justicia. Quienes dicen eso muy probablemente no conocen de empatía, o deben tener la escala de valores cambiadas porque nunca han perdido a un ser querido. El día que este país sienta desde la empatía, en que las personas sean capaces de hacer el dolor ajeno propio, quizás ahí, comiencen a sanar algunas de nuestras tantas heridas.
Hasta luego querido papá, sabemos que de una u otra manera, y tal como nos lo dijiste en tu grabación de despedida, has cuidado de nuestras vidas, ya nos encontraremos donde quiera que estés, mientras tanto, te envío un abrazo y beso grande. Te recuerdo siempre con todo el orgullo y amor que mereces.
*La publicación de esta carta abierta fue autorizada por su autor, Tucapel Jiménez Fuentes; hijo del presidente mártir de la ANEF, Tucapel Jiménez Alfaro. Además, facilitó fotos e imágenes de archivo.