57 aniversario

"Mi trabajo son tus derechos"

Fidel Castro a Obama: “No necesitamos que el imperio nos regale nada”

A
continuación, reproducimos el texto completo:

 

“No
necesitamos que el imperio nos regale nada. Nuestros esfuerzos serán legales y
pacíficos, porque es nuestro compromiso con la paz y la fraternidad de todos
los seres humanos que vivimos en este planeta.

 

Los reyes de
España nos trajeron a los conquistadores y dueños, cuyas huellas quedaron en
los hatos circulares de tierra asignados a los buscadores de oro en las arenas
de los ríos, una forma abusiva y bochornosa de explotación cuyos vestigios se
pueden divisar desde el aire en muchos lugares del país.

 

El turismo
hoy, en gran parte, consiste en mostrar las delicias de los paisajes y saborear
las exquisiteces alimentarias de nuestros mares, y siempre que se comparta con
el capital privado de las grandes corporaciones extranjeras, cuyas ganancias si
no alcanzan los miles de millones de dólares per cápita no son dignas de
atención alguna.

 

Ya que me vi
obligado a mencionar el tema, debo añadir, principalmente para los jóvenes, que
pocas personas se percatan de la importancia de tal condición en este momento
singular de la historia humana. No diré que el tiempo se ha perdido, pero no
vacilo en afirmar que no estamos suficientemente informados, ni ustedes ni
nosotros, de los conocimientos y las conciencias que debiéramos tener para
enfrentar las realidades que nos desafían. Lo primero a tomar en cuenta es que
nuestras vidas son una fracción histórica de segundo, que hay que compartir
además con las necesidades vitales de todo ser humano. Una de las
características de este es la tendencia a la sobrevaloración de su papel, lo
cual contrasta por otro lado con el número extraordinario de personas que
encarnan los sueños más elevados.

 

Nadie, sin
embargo, es bueno o es malo por sí mismo. Ninguno de nosotros está diseñado
para el papel que debe asumir en la sociedad revolucionaria. En parte, los
cubanos tuvimos el privilegio de contar con el ejemplo de José Martí. Me pregunto
incluso si tenía que caer o no en Dos Ríos, cuando dijo “para mí es hora”, y
cargó contra las fuerzas españolas atrincheradas en una sólida línea de fuego.
No quería regresar a Estados Unidos y no había quién lo hiciera regresar.
Alguien arrancó algunas hojas de su diario. ¿Quién cargó con esa pérfida culpa,
que fue sin duda obra de algún intrigante inescrupuloso? Se conocen diferencias
entre los Jefes, pero jamás indisciplinas. “Quien intente apropiarse de Cuba
recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha”,
declaró el glorioso líder negro Antonio Maceo. Se reconoce igualmente en Máximo
Gómez, el jefe militar más disciplinado y discreto de nuestra historia.

 

Mirándolo
desde otro ángulo, cómo no admirarse de la indignación de Bonifacio Byrne
cuando, desde la distante embarcación que lo traía de regreso a Cuba, al
divisar otra bandera junto a la de la estrella solitaria, declaró: “Mi bandera
es aquella que no ha sido jamás mercenaria…”, para añadir de inmediato una de
las más bellas frases que escuché nunca: “Si deshecha en menudos pedazos llega
a ser mi bandera algún día… ¡nuestros muertos alzando los brazos la sabrán
defender todavía!…”. Tampoco olvidaré las encendidas palabras de Camilo
Cienfuegos aquella noche, cuando a varias decenas de metros bazucas y
ametralladoras de origen norteamericano, en manos contrarrevolucionarias,
apuntaban hacia la terraza donde estábamos parados. Obama había nacido en
agosto de 1961, como él mismo explicó. Más de medio siglo transcurriría desde
aquel momento.

 

Veamos sin
embargo cómo piensa hoy nuestro ilustre visitante:

 

“Vine aquí
para dejar atrás los últimos vestigios de la guerra fría en las Américas. Vine
aquí extendiendo la mano de amistad al pueblo cubano”.

 

De inmediato
un diluvio de conceptos, enteramente novedosos para la mayoría de nosotros:

 

“Ambos
vivimos en un nuevo mundo colonizado por europeos”. Prosiguió el Presidente
norteamericano. “Cuba, al igual que Estados Unidos, fue constituida por
esclavos traídos de África; al igual que Estados Unidos, el pueblo cubano tiene
herencias en esclavos y esclavistas”.

 

Las
poblaciones nativas no existen para nada en la mente de Obama. Tampoco dice que
la discriminación racial fue barrida por la Revolución; que el retiro y el
salario de todos los cubanos fueron decretados por esta antes de que el señor
Barack Obama cumpliera 10 años. La odiosa costumbre burguesa y racista de
contratar esbirros para que los ciudadanos negros fuesen expulsados de centros
de recreación fue barrida por la Revolución Cubana. Esta pasaría a la historia
por la batalla que libró en Angola contra el apartheid, poniendo fin a la
presencia de armas nucleares en un continente de más de mil millones de
habitantes. No era ese el objetivo de nuestra solidaridad, sino ayudar a los
pueblos de Angola, Mozambique, Guinea Bissau y otros del dominio colonial
fascista de Portugal.

 

En 1961,
apenas dos años y tres meses después del Triunfo de la Revolución, una fuerza
mercenaria con cañones e infantería blindada, equipada con aviones, fue
entrenada y acompañada por buques de guerra y portaviones de Estados Unidos,
atacando por sorpresa a nuestro país. Nada podrá justificar aquel alevoso
ataque que costó a nuestro país cientos de bajas entre muertos y heridos. De la
brigada de asalto proyanki, en ninguna parte consta que se hubiese podido
evacuar un solo mercenario. Aviones yankis de combate fueron presentados ante
Naciones Unidas como equipos cubanos sublevados.

 

Es de sobra
conocida la experiencia militar y el poderío de ese país. En África creyeron
igualmente que la Cuba revolucionaria sería puesta fácilmente fuera de combate.
El ataque por el Sur de Angola por parte de las brigadas motorizadas de
Sudáfrica racista los lleva hasta las proximidades de Luanda, la capital de
este país. Ahí se inicia una lucha que se prolongó no menos de 15 años. No
hablaría siquiera de esto, a menos que tuviera el deber elemental de responder
al discurso de Obama en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

 

No intentaré
tampoco dar detalles, solo enfatizar que allí se escribió una página honrosa de
la lucha por la liberación del ser humano. De cierta forma yo deseaba que la
conducta de Obama fuese correcta. Su origen humilde y su inteligencia natural
eran evidentes. Mandela estaba preso de por vida y se había convertido en un
gigante de la lucha por la dignidad humana. Un día llegó a mis manos una copia
del libro en que se narra parte de la vida de Mandela y ¡oh, sorpresa!: estaba
prologado por Barack Obama. Lo ojeé rápidamente. Era increíble el tamaño de la
minúscula letra de Mandela precisando datos. Vale la pena haber conocido
hombres como aquel.

 

Sobre el
episodio de Sudáfrica debo señalar otra experiencia. Yo estaba realmente
interesado en conocer más detalles sobre la forma en que los sudafricanos
habían adquirido las armas nucleares. Solo tenía la información muy precisa de
que no pasaban de 10 o 12 bombas. Una fuente segura sería el profesor e
investigador Piero Gleijeses, quien había redactado el texto de “Misiones en
conflicto: La Habana, Washington y África 1959-1976”; un trabajo excelente. Yo
sabía que él era la fuente más segura de lo ocurrido y así se lo comuniqué; me
respondió que él no había hablado más del asunto, porque en el texto había
respondido a las preguntas del compañero Jorge Risquet, quien había sido
embajador o colaborador cubano en Angola, muy amigo suyo. Localicé a Risquet;
ya en otras importantes ocupaciones estaba terminando un curso del que le
faltaban varias semanas. Esa tarea coincidió con un viaje bastante reciente de
Piero a nuestro país; le había advertido a este que Risquet tenía ya algunos
años y su salud no era óptima. A los pocos días ocurrió lo que yo temía.
Risquet empeoró y falleció. Cuando Piero llegó no había nada que hacer excepto
promesas, pero ya yo había logrado información sobre lo que se relacionaba con
esa arma y la ayuda que Sudáfrica racista había recibido de Reagan e Israel.

 

No sé qué
tendrá que decir ahora Obama sobre esta historia. Ignoro qué sabía o no, aunque
es muy dudoso que no supiera absolutamente nada. Mi modesta sugerencia es que
reflexione y no trate ahora de elaborar teorías sobre la política cubana.

 

Hay una
cuestión importante:

 

Obama
pronunció un discurso en el que utiliza las palabras más almibaradas para
expresar: “Es hora ya de olvidarnos del pasado, dejemos el pasado, miremos el
futuro, mirémoslo juntos, un futuro de esperanza. Y no va a ser fácil, va a
haber retos, y a esos vamos a darle tiempo; pero mi estadía aquí me da más
esperanzas de lo que podemos hacer juntos como amigos, como familia, como
vecinos, juntos”.

 

Se supone
que cada uno de nosotros corría el riesgo de un infarto al escuchar estas
palabras del Presidente de Estados Unidos. Tras un bloqueo despiadado que ha
durado ya casi 60 años, ¿y los que han muerto en los ataques mercenarios a
barcos y puertos cubanos, un avión de línea repleto de pasajeros hecho estallar
en pleno vuelo, invasiones mercenarias, múltiples actos de violencia y de
fuerza?

 

Nadie se
haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la
gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el
desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura.

 

Advierto
además que somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales
que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo. No
necesitamos que el imperio nos regale nada. Nuestros esfuerzos serán legales y
pacíficos, porque es nuestro compromiso con la paz y la fraternidad de todos
los seres humanos que vivimos en este planeta”.

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